Un gimnasio es un micromundo, en el que se encuentran personas de todo tipo, que acuden por diferentes motivos.
Ya sea por interés propio, recomendación médica o por cualquier otra circunstancia personal, todos somos iguales ante el ejercicio.
Para algunos, es un placer; para otros un sacrificio y, en cualquier caso, solo con disciplina y constancia se obtienen unos resultados óptimos.
Diversas motivaciones para ir al gimnasio.
El gimnasio es un espacio de salud física y emocional.
Cada usuario acude movido por diversas causas, pero todos consiguen como resultado algún tipo de beneficio.
Los más pequeños tienen su momento para sentirse héroes cuando se enfundan en su kimono o su dobok.
Algunos acuden por decisión de sus padres, otros porque quieren pasar ese tiempo con sus amigos y otros porque sienten interés por las artes marciales.
Durante la clase, sus padres disponen de tiempo para realizar gestiones, con la tranquilidad de que sus pequeños están encauzando su torrente de energía de forma adecuada, al mismo tiempo que adquieren fuerza, seguridad y disciplina.
A medida que avanza la edad, la motivación se reduce a ganar o perder.
Los objetivos más deseados son ganar masa muscular y perder grasa, aunque también están los que buscan ganar relajación y perder estrés.
Entre nuestros usuarios, hay una gran mayoría que entrena de manera adecuada y contamos incluso con competidores brillantes y con otros, que, perfectamente, podrían subir a una tarima y desempeñar una buena puesta en escena.
Las tendencias de moda, llevan a algunas personas a enfocar su entrenamiento en dos prendas de ropa: la camiseta para ellos y los leggins para ellas.
¿Qué quiere decir esta afirmación?
Para entenderlo, imaginemos que hombre y mujer deben compartir un pijama y pensemos qué parte se pondría cada uno.
Bien, pues la parte del cuerpo que quedaría al descubierto, es la que cada uno considera más importante a la hora de entrenar.
A los chicos, normalmente, les preocupa conseguir definición en abdomen y volumen en espalda, hombro, pecho y bíceps, mientras que las metas de las chicas suelen centrarse en tener una cintura estrecha, acompañada de piernas esbeltas y glúteos bien formados.
Beneficios del entrenamiento en gimnasio.
Los instructores predicamos, con mayor o menor éxito, que el entrenamiento debe entenderse de manera global. Es necesario trabajar todos los grupos musculares, para conseguir armonía en el cuerpo. No se trata solo de una cuestión estética, sino que esa armonía también ayuda a prevenir lesiones, generadas, por ejemplo, por una descompensación en el desarrollo muscular.
Una musculatura fuerte protege nuestra estructura ósea, nuestras vísceras y ayuda a quemar calorías. Esto se debe a que el mantenimiento de un cuerpo musculado necesita energía extra y, como consecuencia, se acelera el metabolismo basal.
Además, aunque no sea el objetivo principal, todo eso se traduce en que, efectivamente, la ropa nos sienta muy bien.
Dejando a un lado el plano estético, gracias a la práctica de ejercicio, el cerebro libera sustancias como la dopamina. Aparece a los pocos minutos de iniciar el entrenamiento y además de proporcionar sensación de bienestar, contribuye a mejorar la concentración.
Después de entrenar, cuando el nivel de dopamina desciende, aparece la serotonina. Tiene un efecto de satisfacción, que, aparte de disminuir la sensación de dolor, interviene en la regulación del apetito, temperatura corporal y ciclo del sueño.
Los niveles bajos de dopamina y serotonina se asocian con procesos de depresión y ansiedad.
En definitiva, asistir al gimnasio mejora nuestro estado anímico .
Durante los períodos de confinamiento, se ha producido una llamada masiva para la realización de ejercicio, sabiendo los beneficios que conlleva su práctica.
La función social del gimnasio.
Así como algunos encuentran en el gimnasio una forma de evadirse, otros ven un lugar donde entrenar sus músculos y desarrollar sus habilidades sociales.
Trabajar en un centro deportivo permite ver escenas que difícilmente se ven en otros entornos.
Nuestros gimnasios se encuentran en un lugar cercano a la zona universitaria y gran parte de los usuarios son estudiantes.
Esa misma zona tiene un alto porcentaje de adultos mayores. Con muchas experiencias vividas, han descubierto, a partir de esa edad, los beneficios de compatibilizar ejercicios de musculación del gimnasio con el trabajo cardiovascular, que realizan en sus largos paseos.
Es el caso de Tina, que se inscribió cuando dejó de trabajar, porque, como dijo mientras firmaba su hoja de datos, por fin tenía tiempo para ella.
Varios años después, Tina sigue asistiendo cada día y disfruta al comprobar sus avances en fuerza, resistencia, movilidad y flexibilidad.
Todo queda en familia.
A veces, en la sala de musculación, algún padre transmite a su hijo los conocimientos adquiridos durante años de entrenamiento.
También es frecuente ver a madres e hijas compartiendo espacio en clases dirigidas. Aunque una se inscribió solo un mes para acompañar a la otra, las dos se han convertido en habituales. Parece que han experimentado el bienestar físico y mental que les proporciona ese tiempo dedicado a su salud.
Consuelo, la usuaria más veterana, que recordamos con cariño, asistió regularmente a nuestras instalaciones más allá de los noventa años, con un comportamiento ejemplar.
Durante uno de sus últimos entrenamientos, un estudiante se acercó a ella, mientras hacía una serie de jalones al pecho.
Quería pedirle permiso para grabarla con su móvil y mostrar el vídeo a su abuela, que era bastante más joven que ella. Su intención era convencerla para asistir al gimnasio.
Consuelo accedió encantada. Con unas dotes de interpretación propias de una actriz de Hollywood, realizó sus repeticiones en la polea, atendiendo a su corrección postural y concentrada en su respiración.
En el gimnasio hay sitio para todos.
Durante el curso académico, es habitual encontrar estudiantes extranjeros. Incluyen el gimnasio en su agenda de actividades, como un paso más para integrarse en la vida de la ciudad.
Entre mancuernas y barras, tienen lugar multitud de episodios, como el reencuentro de dos amigas de la infancia, después de treinta años sin verse. También hay sitio para las historias de amor y desamor.
El efecto igualador del chándal consigue que dos personas mantengan una conversación, sin importar su estatus social.
El gimnasio es un punto de encuentro para personas procedentes de distintos ambientes, lo que resulta muy enriquecedor, a nivel personal e incluso laboral.
En circunstancias normales, para muchos es un refugio, un lugar donde disfrutar de ese tiempo dedicado a su bienestar.
En la situación actual, es imprescindible, puesto que es, ante todo, un espacio de salud.
Por ello, durante los últimos meses, una de las expresiones más escuchadas en el trabajo es ¡menos mal que tenemos el gimnasio!
¿Cuál es tu motivación para acudir al gimnasio?