Gracias a los avances en medicina y a la inclusión de estos tres pilares en nuestra rutina, la esperanza de vida se ha prolongado.
En 2019, ha llegado a 80,9 años para hombres y 86,2 años para mujeres, según el estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística.
Se supone que vamos a vivir muchos años y, por ello, más nos vale mantener el envase en condiciones óptimas.
De esta forma, podremos disfrutar de una buena calidad de vida.
El cuerpo humano está diseñado para sobrevivir y adaptarse al medio.
Es importante asumir esta premisa para comprender su funcionamiento.
Los falsos atajos.
La naturaleza no entiende de tallas, ni de tendencias de moda, pero sí de supervivencia y adaptación.
Para nuestro organismo, lo que se denomina vulgarmente “michelín” es aceptable, en su justa medida, claro está.
La función de esa reserva de grasa es proporcionar recursos en períodos de escasez, para poder sobrevivir. Se puede considerar como el ahorro para emergencias de nuestro cuerpo.
Antes de acudir a esa hucha de casos extremos, vamos haciendo uso de otros recursos.
Actualmente, la imagen personal juega un papel importante en la sociedad y el canon de belleza presenta a la delgadez como objetivo.
No hay lugar para ese intruso que se instala en abdomen o caderas y que suele tomarnos tanto cariño.
Algunas personas cuentan con una genética privilegiada y mantienen su aspecto deseado, sin demasiado esfuerzo. No es lo habitual.
Casi nadie está a gusto con su imagen y existe un amplio sector de la industria que gira en torno a la pérdida de peso.
Es frecuente encontrar publicidad de algunos productos alimenticios, que prometen resultados fantásticos en poco tiempo. También se ofrecen artilugios milagrosos, que aseguran resolver problemas de sobrepeso cómodamente, sin salir de casa.
¿Quién podría resistirse a una solución rápida y fácil?
Ninguna de las dos opciones ha tenido éxito a largo plazo. Entonces, ¿por qué siguen saliendo al mercado, a pesar de no ser efectivas?
Posiblemente, porque la alternativa que ofrecemos los que nos dedicamos al mundo del deporte no resulta tan atractiva para los que buscan una inmediatez. Pero esa inmediatez puede implicar un riesgo para su salud y para su cartera.
Tres pilares fundamentales para una vida saludable.
La experiencia ha demostrado que una vida saludable se basa en tres pilares fundamentales:
- alimentación
- ejercicio
- descanso
Los tres están conectados y la gestión incorrecta de alguno de ellos tiene consecuencias negativas en los otros.
Alimentación.
Sería fantástico que se cumpliera lo que sentenció Hipócrates hace ya 2.400 años, cuando dijo: “Que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina.”
En palabras del Doctor Mario Alonso Puig, cirujano, investigador y coach, “hay formas de alimentación que mejoran la depresión.”
“Al mismo tiempo, retrasan el envejecimiento y deterioro de los tejidos y favorecen la energía y la vitalidad.”
En la actualidad, muchas enfermedades derivan de desequilibrios alimentarios, tanto por exceso o defecto en la ingesta de determinados productos, como por escasez del valor nutricional.
Es frecuente encontrar un uso incorrecto del término “dieta”, asociado, exclusivamente, a la pérdida de peso.
La dieta es el conjunto de hábitos alimentarios. La inclusión o exclusión de determinados alimentos tienen diversos objetivos, como reducción de porcentaje de grasa, incremento de masa muscular y una larga lista.
Los efectos de una alimentación inadecuada se traducen en alteraciones a nivel físico y emocional.
Es muy peligroso copiar una dieta que a otra persona le haya funcionado.
Para establecer un plan de nutrición adecuado, hay que valorar factores personales y adaptarlo a las necesidades de quien lo solicita.
Por eso, es tan importante la figura del profesional, que sabrá marcar las pautas correctas.
Conviene huir de las restricciones extremas, que suelen provocar efecto rebote en cuanto ingerimos algo no permitido.
Lo ideal es mantener un equilibrio y que haya alguna excepción en momentos puntuales.
Ejercicio.
Citando de nuevo al Doctor Alonso, “cuando una persona realiza ejercicio físico con regularidad, se producen cambios muy importantes en el estado emocional.
Esto se debe a un incremento en la liberación de cinco neurotransmisores.
Además, potencia la memoria, porque aumenta la cantidad de BDNF, sustancia que favorece la conexión entre las neuronas.”
En el paleolítico, un hombre caminaba una media diaria de veinticinco kilómetros y una mujer unos diecinueve.
En nuestros días, el sedentarismo es causa directa de enfermedades fisiológicas y psicológicas.
Una correcta ejecución del ejercicio mejora capacidades como la fuerza, movilidad, flexibilidad, resistencia y coordinación.
La práctica del ejercicio físico debe acompañarnos en las distintas etapas de nuestra vida.
Lógicamente, debe adaptarse a las condiciones de la persona que lo practica.
Descanso.
Dormir es necesario para el cuerpo y para el cerebro.
El descanso de calidad contribuye al buen funcionamiento de los procesos biológicos y, en lo que se refiere a la práctica deportiva, mejora el rendimiento.
Se recomienda dormir durante ocho horas, tiempo que coincide aproximadamente con la ausencia de sol.
Como señala Shirley Cramer, Directora de la Real Sociedad de Salud Pública (RSPH), “el descanso insuficiente conlleva un alto riesgo de padecer enfermedades de tipo cardiovascular. También se ha asociado a diabetes, depresión y procesos cancerígenos.”
Según la WASM (siglas inglesas de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño), “casi la mitad de la población mundial sufre problemas de sueño. Dormir bien es esencial para la regulación metabólica, sobre todo en los niños. Existe relación entre las horas de sueño y la obesidad infantil.”
Los efectos afectan a la capacidad de atención, la recuperación de la memoria y el aprendizaje. Otra consecuencia de la falta de sueño o la mala calidad del mismo son los trastornos de conducta.
Se genera un círculo vicioso, en el cual, un problema mental provoca un mal descanso y viceversa.
Con todo lo expuesto, es evidente que para conseguir una vida saludable, son imprescindibles una alimentación equilibrada, un ejercicio regular y un descanso adecuado.
Y tú, ¿cómo tienes integrados estos tres pilares en tu rutina diaria?